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Arte ambiental en Santa Fe

 

Poesía de lo natural

 

Una herrumbrada máquina de arado actualiza su funcionalidad primigenia; ramas secas destinadas al fuego irremediable se agrupan en pos del gesto estético; hilos rojos juegan a ser telas de araña abrazándose a la horqueta de un árbol; caracoles y naranjas dibujan espirales áuricos sobre el terreno; a su lado se desata un desafío de contrastes: pilares de cemento rescatados de un basural sirven para construir otro espiral que refleja, a su manera, al anterior. Lo efímero y lo perenne de la naturaleza se conjuga mediante el diálogo entablado entre el medio y la acción de los artistas ambientales que trabajaron en el Botánico a fines de octubre. Quién guió este proceso fue Fabricio Fernandino, artista plástico, Director del Museo de Historia Natural de Minas Gerais, Brasil y Director General del Festival de Invierno de la misma universidad.

Con una programación articulada desde la Secretaría de Cultura del Gobierno de la ciudad, Fernandino refirió su valiosa experiencia sobre la gestión cultural y la acción social del arte en ocasión del dictado de tres conferencias en diferentes Instituciones de la ciudad, compartió experiencias con alumnos y docentes del Taller de Cerámica de La Guardia y coordinó el Seminario-Taller en el Botánico.

 

 

Protagonistas

La experiencia fue compartida por Maia Bogado, Valeria Barbero, Florencia Osuna, Virginia Abrigo, Laura Hotnan, Patricia Di Rito, Sebastián Leshman, Eliana Mierez, Leticia Speranza, Luciana Yoris, Luisina Bagnaroli, Agustina Gandini, Gisela Amante y Silvina Menéndez. Ellos son estudiantes de la Escuela de Diseño y Artes Visuales del Liceo Municipal y de la Escuela de Artes Visuales “Juan Mantovani”.

En este sentido, resulta interesante destacar el encuentro de dos carreras distintas en un mismo emprendimiento. Según sostuvieron los mismos protagonistas, “las acciones se desarrollaron en una zona compartida entre ambos saberes que nosotros desconocíamos”.

Asimismo, tuvieron un rol protagónico los artistas santafesinos Abel Monasterolo y Héctor Welchen, el primero produciendo obra y el segundo acompañando generosamente a los jóvenes artistas con su saber específico en el área de Escultura.

 

 

Lógica de producción

Monasterolo destacó que “el sistema de trabajo propuesto por Fernandino fue muy interesante. El hecho de trabajar cuatro jornadas consecutivas con el mismo grupo afianza los lazos entre los participantes y eso permite agilizar las relaciones, elemento trascendental en este tipo de producción. No había roles fijos, sino que se iban rotando de acuerdo con las necesidades de los trabajos. La lógica cotidiana estaba estructurada a partir de una consigna general con la que el grupo se movilizaba y accionaba trabajando; luego había un corte en el que hacíamos una evaluación teórica general del estado de las obras, de los resultados que se iban obteniendo. Con esta reflexión regresábamos al proceso creativo, para luego retomar el evaluativo”.

En este sentido, los estudiantes explicaron que “la experiencia que vivimos fue intensa. Accedimos a un espacio desconocido en términos artísticos, pusimos en juego nuestros sentidos para comprender el contexto, para fusionarnos con los que nos rodeaba y, a partir de allí, comenzamos a crear intervenciones de acuerdo con lo que surgía de forma espontánea. Tuvimos que aprender a permanecer en silencio, alertas a lo que el entorno tenía para decirnos. Fue complejo, debíamos romper esquemas impuestos, debíamos actuar en contra de la lógica del mundo moderno. Encontrar el quiebre ante al vértigo, la violencia, las relaciones destructivas. Debíamos cambiar la lógica de pensamiento para poder intervenir el contexto en el que existimos; y lo hicimos”.

Los mismos estudiantes que participaron del taller remarcaron que “el juego fue otra de las constantes en el proceso de producción; desde el momento de acceder al terreno, pasando por la búsqueda de materiales que en principio parecen desechos, hasta la concreción misma de la obra, el componente lúdico juega un papel trascendental en el arte ambiental. Este elemento funciona como catalizador de la experiencia y de la compenetración de los participantes”.

 

Cosmovisión ecológica

Las acciones desarrolladas a partir de las propuestas de Fernandino están sustentadas por un potente movimiento artístico contemporáneo. Rastreando antecedentes, esta poesía de las cosas naturales que desarrolla Fernandino tiene como trasfondo al Arte Ambiental, llamado originalmente Land Art. Básicamente, se utiliza el marco y los materiales propios de la naturaleza para crear obras en espacios abiertos, expuestas a los elementos y sometidas a la erosión natural; así pues, el artista es consciente de lo efímero de su obra, perdurando sólo el registro que de ellas tome.

Desde fines de los sesenta, los proyectos ambientales, denominados earthworks, como el Spiral Jetty de Robert Smithson, lograron sentar las bases para este movimiento, permitiendo que el mismo crezca e inspirando a muchos creadores a integrarse en él. La mencionada obra de Smithson, creado en granilla y tierra en un sitio industrial al final del Gran Lago de Sal en Utah, fue pionera en este campo. Tal como explica Hilary Inwood en Eco-arte, “nos habló elocuentemente de la necesidad humana anciana de reflejar imágenes de naturaleza como una forma de expresar nuestro lazo con el mundo natural. Spiral Jetty evoca memorias de caparazones de caracoles, remolinos y helechos comestibles  y ha impulsado a muchos espectadores a explorar su relación con la naturaleza. Y sacando arte fuera del museo y a un sitio natural que ha sido dañado por la industria, Smithson demuestra el potencial para reclamar páramos industriales para propósitos estéticos y conceptuales”.

El Arte Ambiental apunta a generar emociones plásticas interpelando al espectador que se enfrenta a un paisaje determinado. El principio fundamental de la experiencia desarrollada en el Botánico fue alterar, con un sentido artístico y estético, el paisaje buscando producir el máximo de efectos y sensaciones posibles en el observador. Se pretendió dejar sentada la relación entre el hombre y la tierra, el medio ambiente y el mundo. De esto se desprende que lo principal es la interacción que se establece entre hombre/artista y el medio ambiente.

El Arte Ambiental concibe a esta manera de interrelacionarse con la cultura y la naturaleza como una forma de creatividad y una manera de cambiar el mundo en una forma positiva.  Por eso es que se insiste en su propagación: hasta cierto punto, este movimiento defiende la idea de que cada persona es un artista en potencia. De esta manera, abre las puertas para que todos usemos arte como un agente de cambio social.

 

Juan Martín Alfieri, Dirección de Comunicación Gobierno de la ciudad de Santa Fe.